Los campesinos deben crearse una personalidad revolucionaria
La Revolución nos ha planteado infinidad de problemas, y nadie puede tener la pretensión de solucionarlos globalmente. No obstante, todas las soluciones parciales deben seguir la línea paralela al objetivo común de la revolución. Cada cual, desde el sitio que ocupe, debe de procurar solucionar el problema o problemas que le sean más peculiares.
Los obreros del comercio y de la industria tienen, desde años, una personalidad revolucionaria más o menos acusada, según las regiones. (…) Al iniciarse la sublevación fascista, los obreros, con preparación revolucionaria, acudieron a la lucha, dispuestos a vencer, desde el primer momento. Los campesinos, salvo pequeñas excepciones, habíamos vivido siempre al margen de las luchas sociales a pesar de que la influencia del cacique de cada localidad se dejaba sentir en todas partes y en todos los momentos, convirtiendo la vida del campesino en una continua humillación. (…)
El campesino, más que otro sector social, precisa de esta personalidad revolucionaria para que llegue a ser el orientador de todos sus actos y el ordenador de la nueva economía agrícola. (…)El campesino debe de poner el máximo empeño para no quedarse al margen de esta revolución. Para ello es preciso revalorizar la personalidad del campesinado, en todos los aspectos de la vida. (…) Hay que crear una personalidad revolucionaria en cada campesino, tal como propugna la C. N. T., que es la organización que en todo momento son sus mismos sindicatos los que determinan tácticas y orientaciones, sin permitir caudillismos ni caciquismos de ninguna clase.